Unidas por la misma batalla: compañeras de lucha, amigas de corazón

No conocí a mis amigas en el colegio, ni en una excursión, ni en una fiesta de cumpleaños. Las conocí porque, como yo, están luchando contra el cáncer.

Al principio fue raro. Ver a otras niñas contando su historia en Instagram, tan valientes, tan sinceras… Me animé a escribirles, y poco a poco fuimos hablando. Primero con timidez, después con confianza… y ahora con el corazón.

Aunque no nos hayamos visto en persona, sé que están ahí. Y lo más bonito es que no necesito explicarles cómo me siento: ellas ya lo saben. Ellas también han tenido miedo, han perdido el pelo, han pasado horas en hospitales y han sentido que su vida ya no era la misma.

A veces, siento que nadie me entiende como ellas. Porque, aunque mi familia y mis amigos me apoyan mucho, solo otra niña que ha pasado por lo mismo puede saber realmente cómo se vive todo esto.

Mi vida cambió, sí. Pero gracias a ellas, no me siento sola. Hablamos, nos reímos, nos animamos… y nos damos fuerza unas a otras, aunque sea a través de una pantalla.

Ya no somos solo niñas con cáncer. Somos amigas. Somos una familia. Somos luchadoras.

Y sé que mientras sigamos caminando juntas, nada ni nadie podrá con nosotras.